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EL “SÍNDROME DE LINKEDIN”: ENTRE EL MAQUILLAJE PROFESIONAL Y LA ESTRATEGIA CONSCIENTE


Por: José Manuel Vecino P.*

¿Existe el “síndrome de LinkedIn”? 

Llamemos así al conjunto de conductas que muchas personas adoptan en esta red para maximizar visibilidad: narrativas épicas sobre hechos cotidianos, currículos que brillan más que el desempeño real, fotos perfectas, “Estoy emocionado de anunciar…” cada dos semanas, recomendaciones cruzadas, títulos inflados y publicaciones que enseñan a “liderar” lo que ayer apenas se aprendía.¿Exageración? Tal vez. ¿Efectivo? También. Y aquí está el punto central: no es necesariamente malo si genera resultados reales, sostenibles y éticos.

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¿Qué es, exactamente?

El síndrome de LinkedIn es la hiper-curaduría de la identidad profesional para competir en la economía de la atención. No es un trastorno clínico; es un estilo de juego: se optimiza la percepción (likes, comentarios, conexiones, invitaciones) para mejorar posibilidades laborales, comerciales o de influencia.


Síntomas frecuentes

  • Storytelling con esteroides: un café con un colega se convierte en “10 lecciones de liderazgo servidas en taza chica”.

  • Promoción permanente: cursos, certificaciones y logros cada semana (a veces, microavances empaquetados como hitos).

  • Títulos elásticos: de “analista” a “estratega global” en un párrafo.

  • Humblebrag: modestia estratégica que termina siendo autopromoción.

  • Mantras sin contexto: consejos aplicables “a todo” sin evidencia de campo.

  • Networking cuantitativo: conexiones como KPI, no como relación.

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¿Por qué ocurre?

  1. Algoritmos: recompensan frecuencia, interacción y emocionalidad.

  2. Mercado competitivo: miles de profesionales con propuestas similares; diferenciarse exige narrativa.

  3. Carreras líquidas: proyectos y contratos cortos; la reputación visible acelera oportunidades.

  4. Dopamina social: feedback inmediato que refuerza la conducta.

  5. Democratización del altavoz: hoy cualquier profesional puede construir audiencia sin pedir permiso.


El matiz que incomoda: “maquilla, pero funciona”

Decir que “funciona” no significa aplaudir el humo. Significa reconocer que el marketing profesional —si es veraz y responsableacorta distancias entre tu valor y quien lo necesita. El problema no es “contar bien”. El problema es contar más de lo que hay (o distinto de lo que es).Cuando la narrativa se alinea con la evidencia, LinkedIn se vuelve una plataforma de resultados: más entrevistas, más clientes, más colaboraciones, más aprendizaje.


Riesgos reales (y cómo gestionarlos)

  • Desfase percepción–realidad: expectativas que no se pueden cumplir.


    Antídoto: indicadores y casos verificables (“logramos +18% en NPS en 12 meses; metodología X; evidencia aquí”).

  • Ansiedad comparativa: creer que todos progresan menos tú.


    Antídoto: métricas propias (pipeline, tasa de respuesta, valor entregado), no vanity metrics.

  • Superficialidad: likes altos, profundidad baja.


    Antídoto: publicar procesos, dilemas, fracasos útiles y aprendizajes transferibles.

  • Desalineación ética: promesas que fuerzan al equipo a “cumplir” lo que se vendió mal.


    Antídoto: acuerdos claros y trazabilidad entre lo que se comunica y lo que se entrega.

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Usar el síndrome a tu favor (sin perder el alma)

Piensa en esto como higiene de marca personal:

  1. Verdad comprobable


    Todo claim debe poder auditarse: cifras, referencias, antes–después, muestras del trabajo.

  2. Portafolio vivo


    Documenta casos en formatos breves: problema → enfoque → resultado → evidencia. Adjunta links o capturas (con permisos).

  3. Regla 60–30–10

    • 60% valor práctico (tutoriales, plantillas, lecciones aplicables).

    • 30% marca humana (historias, valores, behind the scenes).

    • 10% promoción directa (servicios, cursos, agenda).

  4. Diseño de contenido por capas


    Un post corto con idea central + hilo/comentario con metodología + recurso descargable.

  5. Ciclo “campo–post–campo”


    Lo que publicas debe nacer del trabajo real y volver a él. Publicar para vender y luego ejecutar para validar.

  6. Señales de calidad


    Testimonios específicos (no genéricos), casos con nombres cuando sea posible, y límites claros de alcance.

  7. Higiene algorítmica


    Interactúa intencionalmente: comenta con sustancia, pregunta, construye sobre lo que otros aportan. Participar > autopromocionarse.


Para empresas y reclutadores: cómo leer el maquillaje

  • Evidencia o it didn’t happen: solicita ejemplos concretos, métricas y referencias.

  • Entrevista basada en incidentes críticos: “Cuéntame un fracaso, tu diagnóstico y cómo saliste”.

  • Prueba de trabajo: desafío pequeño y realista, tiempo acotado, criterios claros.

  • Señales de aprendizaje: ¿reflexiona sobre procesos y no solo sobre resultados? ¿Atribuye méritos al equipo?

  • Coherencia longitudinal: compara publicaciones con experiencia y entregables en el tiempo.

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¿Y si “venderse” no es lo mío?

No se trata de imitar al influencer de moda. Se trata de expresar con claridad el valor que ya estás creando. Si te incomoda la autopromoción, concentra tu estrategia en hacer útil a otros: explicar cómo, abrir tus notas de campo, compartir plantillas, mapear errores comunes y cómo evitarlos. La autoridad más sólida nace de la utilidad repetida.


Guía exprés: tres filtros antes de publicar

  1. Realidad: ¿puedo demostrarlo si me lo preguntan?

  2. Utilidad: ¿sirve a alguien más que a mí?

  3. Coherencia: ¿es consistente con lo que hago y ofrezco?

Si pasas los tres, publica tranquilo. Si no, reescribe hasta que pase.


Conclusión: menos pose, más propósito

El síndrome de LinkedIn no es una enfermedad; es un ecosistema de incentivos. Podés surfearlo con cinismo (maquillaje sin fondo) o con estrategia (verdad contada con oficio). El primero te da ruido rápido y costos altos. El segundo te da reputación, oportunidades y relaciones de largo plazo.

Al final, la pregunta no es si “vendes” o no en LinkedIn; es qué prometes, qué entregas y qué queda después. Si tu narrativa acelera conexiones que se convierten en resultados verificables —empleo, proyectos, impacto—, entonces no estás “padeciendo” el síndrome: lo estás gestionando con criterio.

Y esa es, quizá, la habilidad más escasa en la red: contar bien lo verdadero.


**José Manuel Vecino P. Magister en Gestión Ambiental, Especialista en Gestión Humana, Gerente de Gestión Humana, Consultor empresarial y Docente Universitario. Escríbeme a jmvecinop@pioneroslatam.com

 
 
 

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