*JOSE MANUEL VECINO P.
La búsqueda de talentos que marquen la diferencia en los resultados de la gestión, se ha convertido en una prioridad para las organizaciones de todos los tamaños y de todos los sectores.
Descubrir, potenciar y desarrollar las competencias que agreguen valor en los colaboradores, implica establecer un programa de entrenamiento que tiene como punto de partida la identificación de los factores de éxito requeridos para el mejor desempeño de los colaboradores en los diferentes cargos y responsabilidades.
La gestión del talento tiene como horizonte de sentido, el reconocimiento de que los colaboradores necesitan ser entrenados en las diferentes áreas específicas en las cuales desarrollan su trabajo, la experiencia que les antecede y sobre la cual fundan mucho de su autoconfianza, es valiosa y no debe desconocerse, pero lo es mucho más la contundencia de las evidencias que señalan que cada día aparecen nuevas tecnologías y aprendizajes que deben ser incorporados a los procesos productivos en la organización, de tal manera que los resultados se asocian más a la capacidad de diseñar nuevos y mejores modelos de trabajo que a la habilidad de repetir rutinas por variadas que sean en su ejecución.
Cada colaborador se encuentra inmerso en una aventura empresarial que le lleva a reconocer que el conocimiento que necesita para realizar mejor su trabajo crece exponencialmente y es un reto mantenerse actualizado frente a los nuevos sistemas y modelos que incorpora la organización para mantener la competitividad.
Cada uno de los colaboradores enriquece entonces su contribución cuando se empeña en adquirir nuevas técnicas y conocimientos que le llevan a convertirse en un talento capaz de agregar valor en su trabajo, de tal manera que comienza a ser competitivo al interior de la misma empresa al reconocer, entrenar y desarrollar las potencialidades que le permite ganar en autonomía y adquirir la confianza suficiente para proponer alternativas de acción frente a la labor que realiza.
Desarrollar empleabilidad a través de la capacitación es una manera inequívoca de cimentar los fundamentos de un futuro laboral que supera la tarea de la cotidianidad, es decir que los procesos de aprendizaje en la organización son una forma de construir un desempeño sobresaliente y diferenciador.
La organización que capacita a sus colaboradores en las competencias transversales apunta necesariamente a la obtención y cumplimiento de los objetivos propuestos en su plan estratégico, pero al mismo tiempo está facilitando que sus colaboradores sean capaces de dominar una destreza técnica, administrativa o gerencial que les posibilita ser competitivos también en el mercado laboral en el cual participan.
Esta reflexión pretende invitar a todas aquellas personas, que por su experiencia laboral y formación profesional, han tenido oportunidad de participar en diferentes procesos de capacitación, para que reconozcan el aporte que han recibido y puedan orientar a otros en la búsqueda de mejores oportunidades sea al interior de la empresa o bien en otras para las cuales su formación, experiencia y conocimiento resulte atractivo.
En primer lugar quiero mencionar la importancia que tienen los procesos de capacitación que surgen de un adecuado diagnóstico de necesidades de capacitación el cual es realizado normalmente por la empresa en la búsqueda de aquellas competencias que deben ser potenciadas por el colaborador, especialmente en lo referente a lo técnico, sin embargo considero que cada persona en la organización debe reconocer también cuáles son esas falencias que identifica como necesarias y requeridas para su mejor desempeño laboral. En este sentido, el diagnóstico abre la posibilidad de reconocer que las alternativas de formación deben incluir también procesos de entrenamiento que vayan más allá de la tarea específica e involucre aspectos que integren también las expectativas estratégicas de la organización.
Este primer momento de la capacitación permite elaborar un plan de formación y desarrollo que posibilita orientar los contenidos programados en un contexto más amplio que va más allá del aprendizaje mecánico y técnico de una máquina o del aprendizaje de tareas rutinarias que, si bien es cierto que son importantes, pueden terminar siendo un arte repetitivo que no requiere mayores aportes individuales a la ejecución de la misma.
Me refiero a que los planes de capacitación deben permitirle conocer al colaborador no solamente el qué y el cómo sino también el PARA QUÉ, de tal manera que pueda identificar que su contribución es parte de una tarea conjunta y que su aporte es clave en el éxito de los resultados empresariales.
En segundo lugar, es preciso valorar la capacitación como una experiencia, que al ser asimilada en la gestión profesional se convierte en un eje de crecimiento personal que permite consolidar no sólo los conocimientos específicos de una tarea, sino que propende por el incremento de la autoestima que lleva a afianzar la seguridad en la tarea que se realiza.
Hoy en día se habla de la certificación en competencias laborales que no es otra cosa que el reconocimiento de la capacidad que tienen las personas para la ejecución de una tarea, no es el propósito de este escrito ahondar sobre este punto, sin embargo si considero de alto valor que las organizaciones promuevan y desarrollen programas y planes orientados a consolidar acciones de entrenamiento que culminen en procesos de certificación laboral ya que esto se convierte en una evidencia sólida de la idoneidad de una persona en un mercado cada vez más competido.
Para muchas personas, el mejor entrenamiento y capacitación lo han recibido por años en su puesto de trabajo, ha sido la experiencia y el aprendizaje a partir de los aciertos y de los errores lo que ha llevado a que muchos alcancen el nivel de expertos en su trabajo. En este sentido es de especial importancia reconocer que la capacidad de ejecutar algunas tareas proviene de estas habilidades personales que marcan la diferencia entre dos personas que desarrollan una misma labor pero una de ellas sobresale por los resultados obtenidos, como diría McClelland es quien ofrece un desempeño superior el que agrega valor a la gestión que se realiza.
El concepto de empleabilidad entendido como esa capacidad para obtener o mantener un empleo amerita una reflexión que implica reconocer que las circunstancias históricas, sociales, académicas, culturales y laborales, entre otras, que rodean a las personas se constituyen en factores que determinan y condicionan la posibilidad de identificar y desarrollar las competencias requeridas para la ejecución de labores específicas en el mercado laboral. Si bien es cierto que cada persona se encuentra inmersa en un contexto social específico que le facilita o dificulta el desarrollo de sus competencias también es pertinente reconocer que las organizaciones asumen una responsabilidad que le permite cualificar su fuerza laboral que hoy día se relaciona más con lo intelectual que con lo muscular, de tal manera que los procesos de aprendizaje trascienden la estructura educativa formal y se instala en lo empresarial desde el punto de vista de las nuevas prácticas asociadas al manejo de nuevas máquinas , software y componentes cuyo funcionamiento no está incluido en los pensum académicos.
Finalmente, para cerrar esta reflexión, creo que es importante reconocer que la capacitación empresarial contribuye de manera especial en los resultados de la organización en términos de mejoramiento del desempeño e incremento de la productividad, sin embargo tiene un componente intangible pero consistente por cuanto se convierte en una herramienta que permanece en el trabajador aún después de dejar la organización y es el aprendizaje que pueda poner en práctica, sea en otra empresa o en un emprendimiento relacionado con la gestión que realiza.
Invito entonces a reflexionar sobre la importancia que tiene, para la persona, la organización y también para la sociedad el contar con individuos capacitados, de tal manera que su contribución sea capaz de trascender la acción empresarial.
*JOSE MANUEL VECINO P.
Filósofo, especialista en Gestión Humana y Magíster en Gestión Ambiental
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