ÉTICA E INTEGRIDAD: UNA LECCIÓN PARA LA VIDA Y LOS NEGOCIOS
- Pioneros LATAM Colombia
- 28 mar
- 3 Min. de lectura
Por: José Manuel Vecino P.*
A mi vecino, el señor Mendoza, le encanta alardear de su riqueza, siempre presumiendo de sus negocios y sus autos de lujo. Por eso, cuando le ofreció a mi hijo Julián, de 12 años, $10 por lavar su carro cada semana, Julián estaba encantado. No paraba de hablar de los regalos que compraría a la familia con sus ganancias, y su carita se iluminaba de emoción.

Julián trabajó duro, madrugando los sábados para lavar el auto antes de que el sol pegara fuerte. Con su esponja y su balde de agua, restregaba con energía, asegurándose de dejar cada rincón impecable. Cada semana, contaba orgulloso lo que había ganado, con los ojos brillantes de alegría.
Pero unos días antes de Navidad, Julián llegó a casa frustrado y con los ojos llenos de lágrimas. Al principio no hablaba, pero después de insistirle, la historia salió a la luz.
—El señor Mendoza dice que no me va a pagar ni un céntimo —se atragantó Julián con voz temblorosa—. Dijo que debería tomármelo como una lección… que nunca acepte un trabajo sin contrato.
La ira me invadió. ¿Qué clase de hombre engaña a un niño para darle "lecciones de negocios"? Julián había puesto todo su esfuerzo en este trabajo, y Mendoza lo desechaba como si fuera un juego. Lo abracé con fuerza.

—No te preocupes, hijo —dije con voz firme—. Yo me ocuparé de esto.
Esa tarde, me puse mi camisa y marché hacia la puerta del señor Mendoza. Toqué con calma, pero con determinación. Cuando abrió, su expresión de superioridad me confirmó lo que ya sabía: creía que había dado una gran "lección" de negocios.
—Señor Mendoza —dije con una sonrisa cortés—, he venido a hablar de la deuda que tiene con mi hijo.—¿Deuda? No hay ninguna. Fue un acuerdo verbal. Y en los negocios, si no está por escrito, no cuenta.
Asentí y respiré hondo.
—Es cierto. Y Julián ha aprendido la importancia de los contratos. Pero yo también soy empresario, y sé que la reputación vale más que cualquier papel. Imagínese si la gente se entera de que un hombre de negocios como usted no honra su palabra ni con un niño de 12 años.
Mendoza palideció ligeramente.
—No quiero problemas…
—Oh, no se preocupe —respondí—, esto no es un problema. Es una oportunidad. Verá, Julián ahora ha entendido que la confianza y la ética son la base de cualquier negocio exitoso. Así que, para asegurarnos de que la lección se aplique correctamente, ya hemos avisado a otros vecinos de que Julián no trabajará más sin un contrato claro. Curiosamente, varios de ellos han decidido que tampoco harán negocios con alguien que no paga sus deudas.

Un silencio incómodo se instaló.
—Bueno, creo que puedo hacer una excepción esta vez…
Sacó su billetera y entregó a regañadientes los billetes que debía.
Esa noche, le entregué el dinero a Julián y le expliqué:
—Negociar no es solo saber de números y contratos, sino también de valores y confianza. El verdadero éxito en los negocios no lo tienen los más astutos, sino los que cumplen su palabra y construyen relaciones sólidas.
Julián sonrió y, con su dinero en la mano, tomó una libreta y escribió: "Primer cliente pagado. Lección aprendida".
En el mundo empresarial, muchas veces se cree que "el más fuerte" es quien obtiene ventaja a costa de los demás, pero la realidad es otra. Los negocios sostenibles y exitosos se construyen sobre la base de la ética, la confianza y la reputación. Un contrato puede ser un documento útil, pero la verdadera garantía de éxito radica en la integridad con la que se maneja cada relación comercial. Porque en un mundo donde todo se comunica y se comparte, aquellos que engañan pueden ganar una vez, pero pierden siempre.
**José Manuel Vecino P. Magister en Gestión Ambiental, Especialista en Gestión Humana, Gerente de Gestión Humana, Consultor empresarial y Docente Universitario. Escríbeme a jmvecinop@pioneroslatam.com
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